Post by asteroid on Dec 19, 2007 0:47:29 GMT -3
Arthur Clarke, el famoso escritor de ciencia ficción, cumplió 90 años. Escribió, entre otras grandes obras del género, “2001, odisea del espacio”, que Stanley Kubrick llevó al cine.
En 1968, el mundo del cine se conmovió con el estreno de “2001, odisea del espacio”, un filme dirigido por Stanley Kubrick. Muchos aficionados a la ciencia ficción la esperaban con impaciencia, porque conocían al autor de la novela sobre la que se inspiró el filme.
Arthur C. Clarke, que ayer cumplió 90 años, era en realidad ya uno de los escritores más respetados del género; sin embargo, la genial cinta de Kubrick contribuyó a acrecentar la fama del autor y asoció inseparablemente su nombre al de aquella película.
Pero Clarke tiene en su obra otros títulos mucho más relevantes que aquella historia compleja e inquietante: “El fin de la infancia” (1953) y “Cita con Rama” (1973) son algunas de ellas. Arthur Charles Clarke nació el 16 de diciembre de 1917 en el pueblo de Minehead, Somerset, en Inglaterra; en 1936 se mudó a Londres y se dedicó a las ciencias hasta que decidió abandonarlas para consagrar todas sus energías a la literatura.
En 1937 publicó su primer relato de ciencia ficción y continuó produciendo ensayos y artículos hasta que la II Guerra Mundial abrió un paréntesis en su tarea literaria; durante el conflicto sirvió en la Fuerza Aérea británica como especialista en radares.
En 1945 publicó un ensayo en el que sentó los principios de la comunicación satelital a través de aparatos ubicados en órbitas geoestacionarias; su especulación teórica encontró aplicación práctica más de dos décadas después. En su honor, la órbita en la que se ubican los satélites de comunicaciones en la actualidad se denomina “Orbita de Clarke”.
Una vez terminada la contienda, el escritor volvió a publicar artículos de ciencia ficción, sin mayores repercusiones. La consagración llegó con la aparición de “El fin de la infancia”, una de las obras maestras del género en la que Clarke contrapone admirablemente la fragilidad del ser humano con la aparente inalterabilidad del cosmos inconmensurable y eterno.
Tres años después de “El fin de la infancia”, Clarke volvió a asombrar a los lectores con “La ciudad y las estrellas”, una inquietante proyección de la Tierra dentro de un millón de años, con una hiperdesarrollada ciudad (Diaspar) en medio de un planeta hostil.
Desde 1956, Clarke está radicado en Sri Lanka. Desde allí inició en 1973 con “Cita con Rama” (una de las novelas más premiadas del género) una serie que continuó en 1989, 1991 y 1993. Ganó el premio Hugo (una suerte de Nobel dentro de la ciencia ficción) en 1973 y, nuevamente, en 1980 por “Fuentes del paraíso”.
En 1998 Clarke fue nombrado caballero por el príncipe Carlos, durante una visita que este hizo a Sri Lanka; pero el procedimiento de investidura se suspendió a pedido del autor hasta que se aclarara una turbia historia de pedofilia en la que lo involucró una publicación periodística. La Justicia de Sri Lanka desarrolló una profunda investigación que demostró la absoluta inocencia del autor, por lo que la publicación debió retractarse.
Finalmente, en mayo de 2000, el escritor fue investido como Sir Arthur Charles Clarke, caballero de la Orden del Imperio Británico. “La única posibilidad de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo imposible”, ha dicho este prolífico autor, uno de los clásicos indiscutidos de la ciencia ficción.
Fuente: La Gaceta
En 1968, el mundo del cine se conmovió con el estreno de “2001, odisea del espacio”, un filme dirigido por Stanley Kubrick. Muchos aficionados a la ciencia ficción la esperaban con impaciencia, porque conocían al autor de la novela sobre la que se inspiró el filme.
Arthur C. Clarke, que ayer cumplió 90 años, era en realidad ya uno de los escritores más respetados del género; sin embargo, la genial cinta de Kubrick contribuyó a acrecentar la fama del autor y asoció inseparablemente su nombre al de aquella película.
Pero Clarke tiene en su obra otros títulos mucho más relevantes que aquella historia compleja e inquietante: “El fin de la infancia” (1953) y “Cita con Rama” (1973) son algunas de ellas. Arthur Charles Clarke nació el 16 de diciembre de 1917 en el pueblo de Minehead, Somerset, en Inglaterra; en 1936 se mudó a Londres y se dedicó a las ciencias hasta que decidió abandonarlas para consagrar todas sus energías a la literatura.
En 1937 publicó su primer relato de ciencia ficción y continuó produciendo ensayos y artículos hasta que la II Guerra Mundial abrió un paréntesis en su tarea literaria; durante el conflicto sirvió en la Fuerza Aérea británica como especialista en radares.
En 1945 publicó un ensayo en el que sentó los principios de la comunicación satelital a través de aparatos ubicados en órbitas geoestacionarias; su especulación teórica encontró aplicación práctica más de dos décadas después. En su honor, la órbita en la que se ubican los satélites de comunicaciones en la actualidad se denomina “Orbita de Clarke”.
Una vez terminada la contienda, el escritor volvió a publicar artículos de ciencia ficción, sin mayores repercusiones. La consagración llegó con la aparición de “El fin de la infancia”, una de las obras maestras del género en la que Clarke contrapone admirablemente la fragilidad del ser humano con la aparente inalterabilidad del cosmos inconmensurable y eterno.
Tres años después de “El fin de la infancia”, Clarke volvió a asombrar a los lectores con “La ciudad y las estrellas”, una inquietante proyección de la Tierra dentro de un millón de años, con una hiperdesarrollada ciudad (Diaspar) en medio de un planeta hostil.
Desde 1956, Clarke está radicado en Sri Lanka. Desde allí inició en 1973 con “Cita con Rama” (una de las novelas más premiadas del género) una serie que continuó en 1989, 1991 y 1993. Ganó el premio Hugo (una suerte de Nobel dentro de la ciencia ficción) en 1973 y, nuevamente, en 1980 por “Fuentes del paraíso”.
En 1998 Clarke fue nombrado caballero por el príncipe Carlos, durante una visita que este hizo a Sri Lanka; pero el procedimiento de investidura se suspendió a pedido del autor hasta que se aclarara una turbia historia de pedofilia en la que lo involucró una publicación periodística. La Justicia de Sri Lanka desarrolló una profunda investigación que demostró la absoluta inocencia del autor, por lo que la publicación debió retractarse.
Finalmente, en mayo de 2000, el escritor fue investido como Sir Arthur Charles Clarke, caballero de la Orden del Imperio Británico. “La única posibilidad de descubrir los límites de lo posible es aventurarse un poco más allá de ellos, hacia lo imposible”, ha dicho este prolífico autor, uno de los clásicos indiscutidos de la ciencia ficción.
Fuente: La Gaceta