Post by asteroid on Feb 20, 2008 12:59:30 GMT -3
La pasión de un doble agente
Kim Philby cambió su lealtad a la Corona británica por su apoyo al régimen de Stalin y la causa del comunismo internacional. Aún en la actualidad sigue siendo un modelo de doble agente y maestro en el arte del contraespionaje y la conspiración.
A.C.
En el Olimpo del espionaje suelen habitar personajes de leyenda, pero ninguno como Harold Adrian Russell. (Kim) Philby alcanzó las alturas del mito hasta convertirse en paradigma del arte de la conspiración.
Philby, una de las personalidades más controvertidas y fascinantes de la alta sociedad británica, tuvo la osadía de saltar de los privilegiados claustros de Cambridge a las barricadas obreras de Viena, donde los socialistas combatían a las tropas de asalto de Hitler. El filósofo Richard Wollheim observó que la gran depresión del ´30, un gobierno laborista complaciente con el fascismo e indiferente ante millones de parados y famélicos, terminó avergonzando a los intelectuales de pertenecer a Inglaterra y a su clase.
Fue Arnold Deutch, el legendario agente "Otto", educado en el Círculo de Viena e instruido en Moscú, quien reclutó a Philby. Entre 1934 y 1937, "Otto" captó a otros 17 agentes británicos: Donald Maclean, Guy Burgess, Anthony Blunt, John Cairncross, George Blake, entre otros.
Philby fue el "tercer hombre" del excelso grupo surgido de Cambridge. Se hizo corresponsal de guerra de The Times en el bando falangista, fue herido en Teruel por las fuerzas republicanas a las que realmente servía y terminó condecorado nada menos que por Francisco Franco.
Ya en el MI6, el servicio exterior británico, Philby —"Sönchen","Hijito", "Stanley" para el KGB— llegó a dirigir el departamento España y Portugal, donde se gestaba una formidable maraña de intrigas y desinformación. Cumplió diversas tareas de riesgo hasta llegar a conducir la mismísima contrainteligencia antisoviética. Puso en manos de Moscú todo lo que los británicos sabían sobre el servicio secreto alemán y anticipó información sobre los cohetes V1 y V2 que Adolph Hitler lanzaría de Calais a Dover. Como representante inglés en Washington transmitió a Moscú los planes de la futura CIA y el proyecto secreto de la bomba de uranio, así como el dato de que jamás sería arrojada sobre Alemania.
En Mis cinco amigos de Cambridge el encumbrado dirigente del KGB, Yuri Modin, reveló que la información de Philby permitió "demostrar" a José Stalin que Winston Churchill y las potencias occidentales descartaban abrir un segundo frente para que la URSS se debilitara, y que negociaban en secreto con Alemania, mientras el Ejército Rojo desarrollaba su gigantesca ofensiva hasta Berlín.
En 1951 Philby descubrió que la CIA había detectado a Maclean y armó su huida a Moscú. El cerco había empezado a cerrarse sobre los espías de Cambridge: Philby quedó expuesto y debió soportar largos años de sospechas e interrogatorios. En 1963 el KGB organizó su fuga desde Beirut a Moscú. Se había malogrado la posibilidad de que Philby alcanzara la jefatura suprema de los servicios secretos británicos.
Para Modin, la psicología de Philby fue un fenómeno sorprendente. "Todos lo amaban: la Sociedad anglo-germana, el entorno de Franco, el The Times, sus cuatro esposas y sus incontables amantes, sus colegas del MI6 y la CIA. Hasta en el ministerio de Propaganda de Goebbels lo elogiaban...". Philby, dice Modin, bien pudo haber trabajado "honestamente" para ambos bandos sin ser un agente doble, y con su encanto y su inteligencia, tal vez "se burlase del KGB y del MI6. No sorprendería que haya vivido su tercera vida. Después de todo, tenía un maravilloso sentido del humor".
En Philby: maestro de espías (1989), Philip Knightley cita a Sir Robert Mackenzie: "Philby no vendió los secretos de su país. Nunca recibió un peñique. Lo hizo por sus ideales". Knightley señala que Philby "nos obligó a examinar nuestra propia actitud hacia el patriotismo, la traición, las clases y las convicciones políticas (...) y a preguntarnos si en circunstancias adecuadas podríamos convertirnos en traidores. Su caso tiene más que ver con la traición a los intereses de una clase que con la traición al país. La fascinación por Philby —concluye— no reside en su acto de traición, sino en quién era él y por qué lo hizo."
Pero el propio Philby tuvo menos dudas: "Para traicionar —le dijo a Knightley— primero hay que pertenecer. Yo nunca pertenecí. He seguido la misma línea durante toda mi vida adulta. La lucha contra el fascismo y la lucha contra el imperialismo fueron una sola". Su único libro, Mi guerra silenciosa (1956), lleva una dedicatoria inequívoca: "A los camaradas que me enseñaron la forma de servir".
Una anécdota de su vida en Moscú da una idea de su personalidad. Philby llevó a un grupo de amigos a ver el ballet Bolshoi. Terminada la función, bajo la nieve y con 15 grados bajo cero, mientras trataban inútilmente de conseguir un taxi, una inglesa del grupo estalló: "¡Por Dios Kim. Eres un maldito general del KGB. Tienes derecho a un coche con chofer! ¿Por qué no lo usas alguna vez?".
A diferencia de cómo había vivido, Philby murió apaciblemente una madrugada de mayo de 1988. Moscú lo despidió como a un héroe y en Occidente la repercusión alcanzó niveles insospechados. Junto al féretro, entre otras condecoraciones, estaba la Orden de Lenin, a la que curiosamente valoraba como un título de caballero. En su lápida luce aún hoy una estrella dorada, acaso una alegoría: siempre se consideró un hombre afortunado. Tres años y medio después, aquel
estado soviético al que había dedicado su vida, dejó de existir.
Inventario
Gordon Thomas y Martin Dillon, El espía del Mossad Ediciones B, Bs. As. 2004
Gordon Thomas, Semillas de odio. La conexión china con el terrorismo internacional, Ediciones B, Bs. As., 2003; Las torturas mentales de la CIA Ediciones B, Barcelona, 2001; Mossad, la historia secreta Ediciones B, Bs. As., 2004
Bob Woodward, Las guerras secretas de la CIA Ed. Sudamericana, Bs. As. 1988, Los comandantes, Ediciones B, Barcelona 1991
Dan Withehead, Historia del FBI Ed. Sopena, Bs. As., 1958
Colin Simpson y Philip Knightley, La vida secreta de Lawrence de Arabia, Bruguera, Bs. As., 1975
Timothy Garton Ash, El expediente, Tusquets, Barcelona, 1999
Vernon A. Walters: Misiones discretas, Ed. Planeta, Barcelona 1981
Jean Pierre Allen, El espionaje y el contraespionaje, F. Cult. Económ. Bs. As. 1980
Karl Heinz Abshagen, El almirante Canaris, Espasa Calpe, Bs. As. 1962, Espía de ayer, Emecé, Bs. As. 1975
Julio Mader, Gerhard Stuchlik y Horst Pehnert, Sorge, su verdadera historia, Ed. Cultura, Bs. As. 1965
Arnold Kramish, El Grifo Atlántida, Bs. As. 1988
Benjamin Beith Hallahmi, Israel Connection, Ediciones B, Bs. As., 1988
Juan Pujol y Nigel West, Garbo Sudamericana-Planeta 1985
Gilles Perrault, La orquesta roja, Emecé 1973
Victor Ostrovsky y Claire Hoy, Mossad, confesiones de un desertor, Ed. Planeta, Bs. As., 1994
Markus Wolf, El hombre sin rostro, Vergara , Bs. As., 1997
Gral. Frantisek Moravec, Memorias, Ed. Martínez Roca, Barcelona, 1977
Kart Singer, Saboteadores y espías célebres, Ed. Rodas, Madrid 1972
Victor Chantalinsky De los archivos literarios del KGB, Anaya-Muchnik, Madrid, 1994
Wright Peter, Cazador de espías, Ediciones B, Barcelona, 1987
Phillip Knightley,: Philby, maestro de espías, Ediciones B, Barcelona, 1989
Miranda Carter, Anthony Blunt, el espía de Cambridge, Tusquets, Barcelona, 2004
Yuri Modin, Mis camaradas de Cambridge, Planeta, Barcelona 1995
www.clarin.com/suplementos/cultura/2006/04/01/u-01168053.htm
Kim Philby cambió su lealtad a la Corona británica por su apoyo al régimen de Stalin y la causa del comunismo internacional. Aún en la actualidad sigue siendo un modelo de doble agente y maestro en el arte del contraespionaje y la conspiración.
A.C.
En el Olimpo del espionaje suelen habitar personajes de leyenda, pero ninguno como Harold Adrian Russell. (Kim) Philby alcanzó las alturas del mito hasta convertirse en paradigma del arte de la conspiración.
Philby, una de las personalidades más controvertidas y fascinantes de la alta sociedad británica, tuvo la osadía de saltar de los privilegiados claustros de Cambridge a las barricadas obreras de Viena, donde los socialistas combatían a las tropas de asalto de Hitler. El filósofo Richard Wollheim observó que la gran depresión del ´30, un gobierno laborista complaciente con el fascismo e indiferente ante millones de parados y famélicos, terminó avergonzando a los intelectuales de pertenecer a Inglaterra y a su clase.
Fue Arnold Deutch, el legendario agente "Otto", educado en el Círculo de Viena e instruido en Moscú, quien reclutó a Philby. Entre 1934 y 1937, "Otto" captó a otros 17 agentes británicos: Donald Maclean, Guy Burgess, Anthony Blunt, John Cairncross, George Blake, entre otros.
Philby fue el "tercer hombre" del excelso grupo surgido de Cambridge. Se hizo corresponsal de guerra de The Times en el bando falangista, fue herido en Teruel por las fuerzas republicanas a las que realmente servía y terminó condecorado nada menos que por Francisco Franco.
Ya en el MI6, el servicio exterior británico, Philby —"Sönchen","Hijito", "Stanley" para el KGB— llegó a dirigir el departamento España y Portugal, donde se gestaba una formidable maraña de intrigas y desinformación. Cumplió diversas tareas de riesgo hasta llegar a conducir la mismísima contrainteligencia antisoviética. Puso en manos de Moscú todo lo que los británicos sabían sobre el servicio secreto alemán y anticipó información sobre los cohetes V1 y V2 que Adolph Hitler lanzaría de Calais a Dover. Como representante inglés en Washington transmitió a Moscú los planes de la futura CIA y el proyecto secreto de la bomba de uranio, así como el dato de que jamás sería arrojada sobre Alemania.
En Mis cinco amigos de Cambridge el encumbrado dirigente del KGB, Yuri Modin, reveló que la información de Philby permitió "demostrar" a José Stalin que Winston Churchill y las potencias occidentales descartaban abrir un segundo frente para que la URSS se debilitara, y que negociaban en secreto con Alemania, mientras el Ejército Rojo desarrollaba su gigantesca ofensiva hasta Berlín.
En 1951 Philby descubrió que la CIA había detectado a Maclean y armó su huida a Moscú. El cerco había empezado a cerrarse sobre los espías de Cambridge: Philby quedó expuesto y debió soportar largos años de sospechas e interrogatorios. En 1963 el KGB organizó su fuga desde Beirut a Moscú. Se había malogrado la posibilidad de que Philby alcanzara la jefatura suprema de los servicios secretos británicos.
Para Modin, la psicología de Philby fue un fenómeno sorprendente. "Todos lo amaban: la Sociedad anglo-germana, el entorno de Franco, el The Times, sus cuatro esposas y sus incontables amantes, sus colegas del MI6 y la CIA. Hasta en el ministerio de Propaganda de Goebbels lo elogiaban...". Philby, dice Modin, bien pudo haber trabajado "honestamente" para ambos bandos sin ser un agente doble, y con su encanto y su inteligencia, tal vez "se burlase del KGB y del MI6. No sorprendería que haya vivido su tercera vida. Después de todo, tenía un maravilloso sentido del humor".
En Philby: maestro de espías (1989), Philip Knightley cita a Sir Robert Mackenzie: "Philby no vendió los secretos de su país. Nunca recibió un peñique. Lo hizo por sus ideales". Knightley señala que Philby "nos obligó a examinar nuestra propia actitud hacia el patriotismo, la traición, las clases y las convicciones políticas (...) y a preguntarnos si en circunstancias adecuadas podríamos convertirnos en traidores. Su caso tiene más que ver con la traición a los intereses de una clase que con la traición al país. La fascinación por Philby —concluye— no reside en su acto de traición, sino en quién era él y por qué lo hizo."
Pero el propio Philby tuvo menos dudas: "Para traicionar —le dijo a Knightley— primero hay que pertenecer. Yo nunca pertenecí. He seguido la misma línea durante toda mi vida adulta. La lucha contra el fascismo y la lucha contra el imperialismo fueron una sola". Su único libro, Mi guerra silenciosa (1956), lleva una dedicatoria inequívoca: "A los camaradas que me enseñaron la forma de servir".
Una anécdota de su vida en Moscú da una idea de su personalidad. Philby llevó a un grupo de amigos a ver el ballet Bolshoi. Terminada la función, bajo la nieve y con 15 grados bajo cero, mientras trataban inútilmente de conseguir un taxi, una inglesa del grupo estalló: "¡Por Dios Kim. Eres un maldito general del KGB. Tienes derecho a un coche con chofer! ¿Por qué no lo usas alguna vez?".
A diferencia de cómo había vivido, Philby murió apaciblemente una madrugada de mayo de 1988. Moscú lo despidió como a un héroe y en Occidente la repercusión alcanzó niveles insospechados. Junto al féretro, entre otras condecoraciones, estaba la Orden de Lenin, a la que curiosamente valoraba como un título de caballero. En su lápida luce aún hoy una estrella dorada, acaso una alegoría: siempre se consideró un hombre afortunado. Tres años y medio después, aquel
estado soviético al que había dedicado su vida, dejó de existir.
Inventario
Gordon Thomas y Martin Dillon, El espía del Mossad Ediciones B, Bs. As. 2004
Gordon Thomas, Semillas de odio. La conexión china con el terrorismo internacional, Ediciones B, Bs. As., 2003; Las torturas mentales de la CIA Ediciones B, Barcelona, 2001; Mossad, la historia secreta Ediciones B, Bs. As., 2004
Bob Woodward, Las guerras secretas de la CIA Ed. Sudamericana, Bs. As. 1988, Los comandantes, Ediciones B, Barcelona 1991
Dan Withehead, Historia del FBI Ed. Sopena, Bs. As., 1958
Colin Simpson y Philip Knightley, La vida secreta de Lawrence de Arabia, Bruguera, Bs. As., 1975
Timothy Garton Ash, El expediente, Tusquets, Barcelona, 1999
Vernon A. Walters: Misiones discretas, Ed. Planeta, Barcelona 1981
Jean Pierre Allen, El espionaje y el contraespionaje, F. Cult. Económ. Bs. As. 1980
Karl Heinz Abshagen, El almirante Canaris, Espasa Calpe, Bs. As. 1962, Espía de ayer, Emecé, Bs. As. 1975
Julio Mader, Gerhard Stuchlik y Horst Pehnert, Sorge, su verdadera historia, Ed. Cultura, Bs. As. 1965
Arnold Kramish, El Grifo Atlántida, Bs. As. 1988
Benjamin Beith Hallahmi, Israel Connection, Ediciones B, Bs. As., 1988
Juan Pujol y Nigel West, Garbo Sudamericana-Planeta 1985
Gilles Perrault, La orquesta roja, Emecé 1973
Victor Ostrovsky y Claire Hoy, Mossad, confesiones de un desertor, Ed. Planeta, Bs. As., 1994
Markus Wolf, El hombre sin rostro, Vergara , Bs. As., 1997
Gral. Frantisek Moravec, Memorias, Ed. Martínez Roca, Barcelona, 1977
Kart Singer, Saboteadores y espías célebres, Ed. Rodas, Madrid 1972
Victor Chantalinsky De los archivos literarios del KGB, Anaya-Muchnik, Madrid, 1994
Wright Peter, Cazador de espías, Ediciones B, Barcelona, 1987
Phillip Knightley,: Philby, maestro de espías, Ediciones B, Barcelona, 1989
Miranda Carter, Anthony Blunt, el espía de Cambridge, Tusquets, Barcelona, 2004
Yuri Modin, Mis camaradas de Cambridge, Planeta, Barcelona 1995
www.clarin.com/suplementos/cultura/2006/04/01/u-01168053.htm